LOS RIESGOS DE LAS MAMOGRAFÍAS


Los programas de cribado detectan algunos cánceres que en realidad entranan escaso peligro. Vale la pena someterse a unas exploraciones que pueden conllevar tratamientos agresivos e innecesarios?

Imagine una clínica especializada en câncer de mama. En la sala de espera hay pacientes de 40 o 50 anos y más mayores a quienes se les ha diagnosticado câncer de mama a través de mamografías. Están asustadas y miran con inquietud a un futuro incierto. Deberían todas ellas encontrarse en semejante situación? No. Algunas han sido «sobrediagnosticadas» y estân a punto de recibir tratamiento para un câncer que no habría causado ningún problema si no se hubiera detectado ni tratado.

En un escenario ideal, las mamografías rutinarias detectarían cânceres potencialmente mortales antes de que causaran síntomas como un bulto. Ello mejoraría el tratamiento y reduciría las muertes tempranas. Esta es la premisa de los programas de cribado. Pero el cuadro es mucho más complejo.

El câncer de mama toma numerosas formas, desde algunas indolentes e inofensivas, a otras muy agresivas y mortales. Dado que las mamografías son fotos de un momento concreto, es más probable detectar un câncer de crecimiento lento que uno de crecimiento rápido. Debido a esta tendencia a detectar cânceres con poca probabilidad de ser daninos, esta técnica causa sobrediagnóstico.

Como mujer de 50 anos, tengo dos opciones: someterme a exámenes periódicos o no hacerlo. Para decidir, necesito tener en cuenta las posibles consecuencias. Puede que mis mamografías sean siempre normales. O puede que una no sea normal y me realicen otras pruebas que demuestren que no tengo câncer (falso positivo). Si me someto a pruebas regularmente durante veinte anos, tengo más de un 40 % de posibilidades de sufrir uno de estos sustos. Me causaría una ansiedad importante, y puede que me llevara cierto tiempo recuperarme, pero no creo que dejara de examinarme solo por la posibilidad de una falsa alarma. La tercera posibilidad es que me diagnosticaran câncer de mama. En este caso me aconsejarían someterme a cirugía (extirpar el câncer o la mama entera) y, probablemente, a radioterapia, junto con terapia hormonal durante 5 o más anos.

Entonces por qué me planteo no examinarme? No me asusta poder morir de câncer? Sí, por supuesto. Pero también me preocupa la posibilidad de sufrir un dano grave por el tratamiento de un câncer que nunca habría afectado a mi salud.

La radioterapia aumentará mi riesgo de sufrir una enfermedad cardíaca, sobre todo si el câncer está a la izquierda, cerca del corazón — la enfermedad cardiovascular mató a mi madre y a tres de mis abuelos, de modo que esta es una preocupación importante para mí —. Casi con certeza experimentaría algunos de los efectos secundarios de la terapia hormonal (problemas de humor, libido baja y sequedad vaginal) y un riesgo mayor de coágulos sanguíneos e ictus. Mis dos hijas sufrirían ansiedad y, por siempre jamás, tendrían «antecedentes familiares de câncer de mama». El impacto psicológico y los riesgos físicos de ser tratada de un câncer sobrediagnosticado comenzarían inmediatamente. Y según me hago mayor, creo que tener buena salud y gozar de mi vida en el presente es cada vez más importante que el futuro.

En la actualidad, no es posible identificar un câncer sobrediagnosticado a nivel individual porque no existen pruebas que permitan distinguir los cânceres de mama que causarán problemas de salud de los que no lo harán. La sobrediagnosis solo puede deducirse a partir de estadísticas poblacionales, así que yo nunca podría estar segura de si mi caso era de este tipo.

Y creo que no estoy dispuesta a abrir esta caja de Pandora. Este es el enigma fundamental de la sobrediagnosis, y la única manera de evitarla es no sometiéndome a la exploración. También podría acceder al examen médico por la pequena probabilidad de que ello me evite morir de câncer. Sin embargo, algunas estimaciones apuntan a que examinar a 1000 mujeres durante 20 anos puede prevenir 4 muertes por câncer de mama. Algunas estimaciones son incluso mâs bajas. Eso significa que hay apenas un 0,4 % de casos en que la mamografía marcará la diferencia entre morir o no. Es por tanto más probable que se me sobrediagnostique que me salven la vida.

Para entendernos, si decido no someterme a exploraciones no estoy pretendiendo ignorar que el câncer de mama existe. Si noto un cambio en mis pechos, como un bulto, acudiré al médico sin dudarlo; y si en el futuro la investigación sobre el cribado cambia, meditaré cuidadosamente la nueva información. Pero por ahora, haré lo que esté en mi mano para reducir al mínimo mi riesgo de câncer de mama controlando mi peso, haciendo ejercicio y moderando mi consumo de alcohol.

Mi decisión no pretende determinar la de otras mujeres, ya que cada una tiene diferente cuerpo, familia, circunstancias, preferencias y miedos. Lo que realmente importa es que todas tengamos acceso a la mejor información que la ciencia puede proporcionarnos para elegir lo que más nos conviene.

Texto de Alexandra Barratt en "Investigación y Ciencia", (edición española de Scientific American), n. 473, febrero 2016. p. 52. Digitalizacion, adaptación y ilustración para publicación en ese sitio por Leopoldo Costa. Artículo original publicado en Nature 527, pág.104, 2015. 

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