SECRETOS DE LA COCINA DE LA ANTIGUA ROMA
La cocina romana nos parece extraña. Un plato descrito por un escritor antiguo era lirones guisados con miel y semillas de amapola. La cocina era diferente de la nuestra porque no se conocían los alimentos básicos de hoy. No tenían papas ni tomates, que fueron de América a Europa, y la pasta ni siquiera había sido inventada. Los romanos tienen fama de que comían enormes cantidades de platos adornados y elaborados, pero la mayoría de la gente comía platos sencillos. Pocos podían tener acceso a la cocina, pero compraban comida caliente en «mostradores» o thermopolia en las calles de los pueblos. Su dieta debió ser a base de pan, legumbres, lentejas y un poco de carne. Los ricos, incluyendo a emperadores como Augusto, comían muy poco durante el día.
La única comida vasta era la cena. Las casas grandes tenían cocineros que preparaban con gran talento platillos complicados. La moda era disfrazar la comida, y esto se hacía agregando salsas, hierbas y especias, y presentándola en formas novedosas. El aspecto de la comida era tan importante como el sabor.
Una cena de gala
Después de un día de trabajo que empezaba al alba, y una visita a los baños (p. 38), los ricos iban a casa para la comida principal, la cena (cena). Ésta empezaba a las dos o tres de la tarde y duraba varias horas. A veces era más un acto social que una simple comida, ya que a menudo había invitados, y funciones entre cada plato, incluso payasos, bailarines o declamaciones de poesía, al gusto. Las personas se vestían para la cena con una elegante túnica griega llamada synthesis, y comían reclinados en amplios divanes donde cabían tres personas. Normalmente se ponían tres divanes alrededor de una mesa baja a la que los sirvientes llevaban los platos. No se usaban tenedores, por lo que debían lavarse las manos frecuentemente. En algunas cenas se comía y se bebía en exceso y acababan en juerga, pero muchas eran ocasiones de culto.
Vino romano
Los romanos bebían muchos tipos de vino, tanto secos como dulces. Se les llamaba negro, rojo, blanco o amarillo. La mayoría tenían que beberse antes de tres o cuatro años, ya que tendían a agriarse. A veces se les agregaban sabores, como la miel.
El vino se mezclaba con agua; beberlo solo se consideraba vulgar, aunque era de buena educación eructar. ¡Algunos anfitriones servían vino bueno al principio, pero después ofrecían vinos baratos esperando que todos hubieran bebido lo suficiente para no notarlo! Por desgracia, nunca sabremos realmente a qué sabían los vinos romanos.
Texto de Simon James en "Guías Eyewitness - Antigua Roma", Edición en español preparada por Alquimia Ediciones, S.A. de C.V., México, D.F. pp. 44-46. Adaptación y ilustración para publicación en ese sitio por Leopoldo Costa.
0 Response to "SECRETOS DE LA COCINA DE LA ANTIGUA ROMA"
Post a Comment