LA "LEYENDA NEGRA" CONTRA PÍO XII
En 1963, cinco años después de la muerte de Pío XII, estalló el plan de deshonra hacia Pacelli que venía fraguándose desde hacía ya años. La obra de teatro titulada El Vicario de Rolf Hochhuth - antiguo miembro de las Juventudes Hitlerianas - fue el vehiculo de propaganda más eficaz para calumniar al pontífice llamándolo ?"el papa del silencio"?, acusándolo de no haber denunciado el exterminio de seis millones de judios a manos de los nazis. En nada ayudó la aparición del insultante título "El Papa de Hitler", obra del exseminarista inglés John Cornwell que calificó a Pío XII como "clérigo más peligroso de la historia moderna" Luego se arrepintió y matizó sus tesis, pero semejante concepto tuvo un hondo calado en las generaciones posteriores.
El 23 de diciembre de 1940, cuando la Segunda Guerra Mundial se hallaba aún en sus comienzos, Albert Einstein reveló en Time Magazine : "?Siendo un amante de la libertad, cuando llegó la revolución a Alemania miré con confianza a las universidades sabiendo que siempre se habían vanagloriado de su devoción por la causa de la verdad.
Pero las universidades fueron acalladas. Entonces miré a los grandes editores de periódicos que en ardientes editoriales proclamaban su amor por la libertad. Pero también ellos, como las universidades, fueron reducidos al silencio, ahogados a la vuelta de pocas semanas. Solo la Iglesia permaneció de pie y firme para hacer frente a las campañas de Hitler para suprimir la verdad. Antes no había sentido ningún interés personal en la Iglesia, pero ahora siento por ella un gran afecto y admiración porque solo la Iglesia ha tenido la valentía y la obstinación de sostener la verdad intelectual y la libertad moral. Debo confessar que lo que antes despreciaba ahora lo alabo incondicionalmente".
Pío XII lideraba esa Iglesia y terminada la contienda, le llovieron más elogios por su actuación durante la misma. Me limitaré a los enaltecimientos de algunas personalidades judías, como el caso de Einstein. Isaac Herzog, rabino jefe de Jerusalén, escribió en marzo de 1945 a monseñor Roncalli, nuncio apostólico en Francia: ?El pueblo de Israel no olvidará jamás lo que Su Santidad y sus delegados ilustres [?] han hecho por nuestros hermanos infortunados en la hora más trágica de nuestra historia.
Giuseppe Nathan, comisario de la Unión de Comunidades Judías Italianas, dirigió este mensaje el 7 de septiembre de 1945: ?Elevamos nuestra conmovida expresión de gratitud a cuantos en el período de las persecuciones nazi-fascistas se han prodigado para protegernos y salvarnos. En primer lugar dirigimos un reverente homenaje de reconocimiento al Sumo Pontificie. a los religiosos y religiosas que [...] con silencio y abnegación han prestado su obra inteligente y efectiva para socorrerlos, descuidando los gravisimos peligrosa a los que ellos mismos se exponían?. El 29 de noviembre de 1945, Pío XII recibió a unos 80 delegados de prófugos judíos, procedentes de varios campos de concentración en Alemania, que acudieron a manifestarle ?el sumo honor de poder agradecer [?] la generosidad demostrada hacia los perseguidos durante el terrible período del nazi-fascismo?.
El papa murió en 1958, pero no por ello cesaron los aplausos. El ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Golda Meir, envió este telegrama al Vaticano: ?Compartimos el dolor de la humanidad por la muerte de Su Santidad Pío XII. En un período turbio de guerra y de discordias, él ha mantenido altos los ideales más bellos de paz y de caridad.
Cuando el martirio más espantoso ha golpeado a nuestro pueblo, durante los diez años del terror nazi, la voz del Pontifice se ha levantado a favor de las víctimas". Las condolencias que envió el gran rabino de Jerusalén, Isaac Herzog, fueron contundentes: ?La muerte de Pío XII es una gran pérdida para todo el mundo libre?. Y el gran rabino de Roma, Elio Toaff, declaró: "Yo, más que nadie, pude sentir la bondad compasiva y la gran generosidad del papa durante los tristes años de la persecución y del teror, cuando me parecia que no había salvación para nosotros?... Los judios recordarán siempre lo que la Iglesia católica hizo en su favor por orden del papa? En plena guerra, Pío XII condenó frecuentemente la falsa teoría de las razas?.
Podríamos llenar páginas y páginas recopilando las palabras de admiración y gratitud que personalidades y medios de comunicación de todo el mundo dedicaron a Pío XII. Entonces, cómo es possible que solo cinco años después de su muerte se olvidara todo y se diera crédito a ?la leyenda negra??
LA 'LEYENDA NEGRA'
La siniestra farsa surgió en el ámbito comunista al final de la guerra, cuando ya se preveía la división del mundo en dos bloques contrapuestos: soviético y norteamericano.
Ion Mihai Pacepa, general en la Securitate, policía secreta de la Rumania comunista, que desertó em 1978 y fue acogido en los EE.UU., confesará que "la idea original para ensuciar la reputación del pontífice vino de Josef Stalin en 1945?.
Fue en Radio Moscú donde se inició propiamente la leyenda negra contra Pío XII. El 7 de junio de 1945, la emisora dedicó todo un programa donde se dijo: ?Quien ha escuchado el discurso del papa (que pronunció cinco días antes ante el cuerpo de cardenales) que ha quedado sumamente sorprendido al saber que el Vaticano, durante los años pasados de predominio de Hitler en Europa, actuó con valentía y audacia contra los delincuentes nazis. Sin embargo, los hechos realizados por el Vaticano dicen lo contrario?...
En el periodo en el que el nazismo aspiraba al poder, el actual papa Pío XII se llamaba monseñor Pacelli y ocupaba el puesto de nuncio apostólico en París [...], feu él quien inspiró el acercamiento a Hitler y avanzó la idea de un gobierno de coalición formado por católicos y nazis. Cuando Hitler tomó el poder, el cardenal Pacelli estaba ya en el Vaticano y en calidad de cardenal secretario de Estado dirigía la política exterior... Por lo que respecta a la posición del Vaticano durante la guerra, ha sido la derivación lógica de su precedente benevolencia hacia el nazismo y el fascismo. Ninguna atrocidad realizada por los hitlerianos ha suscitado el enojo y la indignación del Vaticano. El Vaticano ha callado cuando actuaban las máquinas alemanas de la muerte, cuando las chimeneas de los hornos crematorios echaban humo, cuando se lanzaban granadas y proyectiles contra la pacifica población de Londres, cuando la doctrina hitleriana de eliminación y de exterminio de naciones y de pueblos se transformaba en una dura realidad. Pero el mundo ha oído la voz del Vaticano cuando Hitler se ha salvado de un atentado en julio pasado y al cuartel general del Führer llegaron las felicitaciones por su ?milagrosa salvación?; el mundo ha oído más de una vez la voz del Vaticano también por otros motivos. Las voces que partían del Vaticano llamaben a la misericordia y al perdón para los delincuentes nazis?.
El mensaje difundido por Radio Moscú fue el indicador a seguir por la prensa comunista internacional en torno a la figura de Pío XII y la primera vez que se habló del silencio del papa con relación a la masacre de los judíos.
Italia, con un partido comunista bastante arraigado después de la guerra, sirvió de altavoz para divulgar la leyenda de un Pío XII amigo de Hitler y de los totalitarismos y defensor de los americanos imperialistas. Luigi Longo, quien en 1964 accedería ala secretaria general del Partido Comunista Italiano, en un encuentro con dirigentes comunistas el 7 de enero de 1946, dijo: "?La Iglesia es responsable en la persona de Pacelli de la llegada de Hitler al poder para construir un frente contra el peligro apremiante de Rusia y esto en el tiempo en el que era nuncio en Berlín. Actualmente, después de la muerte de Roosevelt, el papa se ha encontrado solo en Europa contra el peligro ruso y por ello se apoya en América con nominaciones de cardenales, etcétera, a fin de poder construir otro frente anti ruso con el apoyo de los capitalistas americanos e italianos?."
Pero, como confesó Ion Mihai Pacepa, aquellos "esfuerzos de desinformación de Stalin fueron rechazados por esa generación contemporánea que habia vivido la historia lo que Pío XII era realmente?. La KGB soviética lo intentará de nuevo en 1960 con una misión personal encargada al propio Pacepa y en 1963 con la promoción de la obra de Rolf Hochhuth El Vicario. Como la nueva generación no había vivido la historia y no tenía mejor conocimiento de ella, esta vez funcionó. De este modo, comenzó la leyenda negra que en buena parte ha llegado hasta nuestros días: la opinión desfavorable e infundada de un Pío XII amigo y aliado de los nazis; un papa que apoyó, por motivos de interés político, los regímenes totalitarios fascistas, siendo enemigo declarado de la democracia popular.
En enero de 2007, en un artículo publicado en la National Rewiew Online titulado El asalto de Moscú al Vaticano, Pacepa publicó un relato apasionante de espionaje, en el que desvelaba los documentos e informaciones manipulados que los servicios secretos de la URSS y de otros países satélites suministraron a Hochhuth para su obra de teatro El Vicario y la gestión encomendada al propio Pacepa para infiltrase en el Vaticano.
Fue idea del jefe de la KGB, Aleksandr Shelepin, y del responsable de las políticas internacionales del Politburó soviético, Aleksey Kirichenko. Corromper la Iglesia era un objetivo prioritario para la KGB. El plan fue aprobado por el primer ministro soviético Nikita Kruschev en febrero de 1960. La mision tenía el nombre codificado de Seat-12 (Sede-12, en alusión velada a la Santa Sede). La KGB encargó a Pacepa, que dirigia los servicios secretos rumanos en Alemania Occidental, infiltrar unos agentes en el Vaticano para recabar información sobre Pío XII. Necesitaba documentos originales que los expertos de la Oficina de desinformación pudieran manipular y modificar parcialmente para presentar la ?verdadera imagen? de Pío XII. ?La principal dificultad - cuenta Pacepa- era que la KGB no tenía aceso a los archvos del Vaticano, por lo que se vislumbró la actuación del DIE (servicio de inteligencia extranjera rumano)?, creado por el general soviético Aleksandr Sakharovsky en 1949, el mismo que pensó en Pacepa pra llevar a cabo esta labor de acercamiento al Vaticano "para facilitar mi tarea - continúa Pacepa - Sakharovsky me autorizó a informar (falsamente) al Vaticano de que Rumania estaba lista para restaurar sus relaciones diplomáticas con la Santa Sede, a cambio de tener acceso a sus archivos y un préstamo de mil millones de dólares sin intereses por 25 años (las relaciones se habían roto en 1951, cuando Moscú acusó a la nunciatura del Vaticano en Rumanía de ser agencia encubierta de la CIA y cerró sus oficinas.). El acceso a los archivos papales, le diría yo al Vaticano, era necesario para encontrar raíces históricas que ayudaran al gobierno rumano a justificar publicamente su cambio de política hacia la Santa Sede. Lo de los mil millones (no es error de imprenta) de dólares, me informaron, fue añadido para que el supuesto cambio de actitud de Rumanía fuera visto on credulidad. "Si hay algo que esos curas entienden es el dinero??", dijo Sakharovsky.
Tres oficiales encubiertos del DIE, haciéndose pasar por sacerdotes rumanos, accedieron a los archivos vaticanos durante dos años. De 1960 a 1962, el DIE logró fotografiar cientos de documentos relacionados de una manera u otra con Pío XII. Todo se enviaba a la KGB por servicio especial de mensajero. En efecto, nunca se encontró nada contra el pontífice en ninguno de esos documentos fotografiados en secreto. Eran principalmente copias de cartas personales y discursos o actas de reuniones, todo en el lenguaje rutinario de la diplomacia que uno esperaría encontrar.
En 1963, el general Ivan Agayants, jefe de la Oficina de desinformación KGB, voló a Budapest para darles las gracias y para decirle a Pacepa que la operación Seat-12 se había transformado en un potente ataque a Pío XII llamado "El Vicario".
'EL VICARIO'
El 20 de febrero de 1963, en Berlín, se estrenó la obra teatral Der Stellvestreter, Ein chrisstliches Trauerspiel (El Vicario, una tragedia cristiana), obra de Rolf Hochhuth, un joven alemán desconocido que carecia del título de bachiller y trabajaba sin pena ni gloria en la editorial Bertelsmann. Si se representara todo el texto original, la obra duraría unas ocho horas. Amén de unas 50 páginas de apéndice con "documentación histórica" con las que el autor pretendía dar verosimilitud a un drama en el que se representa a un Pío XII de ?helada sonrisa?, ?frialdad aristocrática? y unos ojos con ?gélido brillo", que odiaba a los judios y ayudaba a Hitler a eliminarlos.
Hacía un anõ que habia comenzado el Concilio Vaticano II y en Israel se había desarrollado el proceso público contra Otto Eichmann, teniente coronel de las SS, detenido en Argentina por el Mossad y llevado clandestinamente a Israel para juzgarle. Eran momentos aquellos para que el mundo tomara conciencia de la magnitud del Holocausto.
Hochhut presumia de que habia encontrado sus datos en los archivos vaticanos, donde permaneció investigando durante tres meses. Lo cual es una mentira más, porque no estuvo en Roma más que unos veinte días y su presencia en los archivos está registrada, como se hace con cual- quier historiador, del que se toman los datos de sus entradas, salidas y del tema consultado. Hochhuth estuvo esos días en Roma, pero hacía rabona y no todos los días acudía a la sala de investigadores. Debia gustarle - digo yo - la notte di Roma más que la investigación.
Según Pacepa, la documentación le fue proporcionada por la KGB. Pero quien puso la obra en escena fue Erwin Piscator, director de teatro alemán, comunista, preocupado por hacer circular obras de contenido político y social. La revista francesa Minute se preguntará ?cómo ese joven autodidacta ha podido, prácticamente solo, escribir una obra que no carece de interés y de habilidad en el oficio". Y apunta si no sería Piscator el coautor de la obra.
Será Giovanni Battista Montini, Pablo VI, quien tendrá que lidar con el el terremoto que la obra teatral comienza a suscitar. Siendo aún arzobispo de Milan, el que que fuera un colaborador inmediato de Pío XII en esos años de guerra salió en su defensa en la revista católica inglesa The Tablet: ?No se juega con estos argumentos y con los personajes que conocimos con la fantasía creadora de artistas de teatro, no bien dotados de discernimiento histórico y, Dios no lo quiera, de honradez humanda. Porque de otro modo, en el caso presente, el drama verdadero sería otro: el del que intenta descargar sobre un papa, extremamente consciente del propio deber y de la realidad histórica, y además de amigo, imparcial, sí, pero fidelisimo del pueblo alemán, los horribles crímenes del nazismo alemán.
Pío XII ha tenido igualmente el mérito de haber sido un ?Vicario? de Cristo, que ha tratado de cumprir valiente íntegramente, como podía, su misión; ¿se podrá inscribir como mérito de la cultura y del arte una semejante injusticia teatral?"
La respuesta del Vaticano se dejó a L'?Osservatore Romano. Paolo Vicentin, especialista en cuestiones alemanas, escribia el 29 de marzo de 1963 que ?esta obra teatral absurda contra la obra pacifica de Pío XII" era una tentativa ?fácil y extraordinariamente cínica? para buscar un chivo expiatorio. ?Si la tesis de Hochhuth fuese exacta - cuenta Vicentin - ni Hitler ni Himmler, ni Eichmann, ni las SS, serian responsables de Auschwitz, de Dachau, de Buchenwarld, de Mauthausen, de todas las crueldades que fueron cometidas en cada país de Europa en nombre de un régimen diabólico. Sería el papa Pacelli. El carácter terrible de tal suposición es inconcebible. Buena manera de ?encarar el pasado??.
En carta de 30 de noviembre de 1963 al episcopado alemán, Pablo VI les dijo: ?Deploramos con vosotros las calumnias e injurias traídas falsamente en vuestro país contra la venerable memoria del papa Pío XII [?]. Es necesario que tal ignominia cese [...]. El 5 de enero de 1964, en su viaje a Tierra Santa y en el discurso de despedida ante el presidente del Estado de Israel y las autoridades israelíes, Pablo VI repitió con meridiana claridad: ?Nuestro gran predecesor Pio XII lo afirmó con fuerza y en muchas ocasiones, durante el último conflicto mundial, y todo el mundo sabe lo que hizo por la defensa y la salvación de todos los que soportaban la prueba, sin ninguna distinción. Sin embargo, como sabéis, se han querido sembrar sospechas e incluso acusaciones contra la memoria de este gran Pontifice.
El episcopado alemán también se pronunció. El 7 de marzo, el cardenal Fring, arzobispo de Colonia, declaró en nombre de todos los obispos alemanes reunidos en conferencia plenaria: ?El pueblo alemán debe a Pío XII un reconocimiento primordial por sua benevolencia paternal que nos manifestó después de la guerra perdida? Sentimos una vergüenza muy especial al ver la obra de Pío XII falsamente representada y su memoria ensuciada precisamente en el seno del pueblo alemán.
Entre las personalidades laicas, el príncipe Karl zu Lowenstein presidente del Comité central de católicos alemanes, dio un comunicado de protesta: ?Se han empleado todos los medios de la técnica escénica para destrozar y calumniar la persona y el carácter del papa hasta transformar lo blanco en negro. Uno de los hombres más nobres que nuestra generación ha producido ha sido marcado con el sellos de la culpabilidad por aquello que los alemanes ha hecho y debe serles justamente recordado. ¡Esta no es manera de asumir el pasado político! Si nosotros los alemanes nos alegramos con un teatro tal sin rechazarlo con amargura, seremos de nuevo objeto del escándalo del mundo".
Los dignatarios de la Iglesia evangélica en Alemania fueron incluso más severos que los católicos
En París se representó El Vicario en diciembre de 1963 en el teatro L'?Athenée. Las actuaciones se convertían en un espectáculo de Far West. La noche del debut se transformó en una batalla campal. Hay gritos de desaprobación entre el público y se lanzan tomates y huevos podridos a los actores. El director pide por los micrófonos corrección, pero las interrupciones se multiplican en todas las sesiones.
La misma orquestración de aprobaciones y reprobaciones, de silbidos y aplausos acompañaron las representaciones de El Vicario en Londres, en Basilea y en Nueva York, donde llega a culminar en lucha racial.
En El Vicario no aparecía como culpable el pueblo alemán que encumbró a la cima del poder de un pintor fracasado llamado Adolf Hitler, sino Pio XII en quien centró la culpabilidad del Holocausto, no porque no lo impidió.
La obra se tradujo rápidamente a veinte idiomas y supuso desde los años sesenta la explosión de la leyenda negra sobre Pío XII. A raíz de ahí, ha surgido una literatura extensísima, a favor y en contra la leyenda, que todavia no se ha disipado del todo con publicaciones y manifestaciones de dogmatismo acrítico y sin ningún rigor histórico. Como sucedió en 1988 en Berlín al gran rabino ashkenazita de Jerusalén, Meir Lau, durante la conmemoración por los 50 años de la Noche de los cristales rotos. Dirá con tono grave "?¿Dónde estaba el Papa aquel dia? ?¿Donde estaba Pio XII el 9 de noviembre de 1938 cuando los nazis destruyeron sinagogas y negocios judios? ?¿Por qué no condenó la Kristallnacht?" Pío XII aún en 1938. Se le conocía como cardenal Pacelli.
Con la apertura de los archivos de la Secretaría de Estado del Vaticano, ordenada por Pablo VI, la publicación de esa extensísima documentación recogida en 12 tomos publicados en Libreria Editrice Vaticana entre 1965 y 1981 (y a libre disposición del público en internet) y preparada durante años por los investigadores jesuitas Pierre Blet, Robert A. Graham, Angelo Martini y Burkhart Schneider, la polémica en torno a Pío XII se ha redimensionado paulatinamente.
Disueltas las calumnias como se derrite la nieve al sol, los historiadores pueden ahora mirar la figura y la época del papa Pacelli con mente más sobria y objetiva? En espera de una síntesis amplia y satisfctoria que requerirá su tiempo, se puede afirmar que Pio XII sale del juicio histórico
con la estima reconfirmada de la posteridad.
Texto de Carlos Ros publicado en "Mas Alla", España, septiembre 2016, ano XXVII,n.331 pp. 12-23. Adaptación y ilustración para publicación en ese sitio por Leopoldo Costa.
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